Artículo publicado en La República, domingo 6 de diciembre de 2015
Las instituciones, diría que fue uno de los grandes temas de la CADE que terminó el viernes pasado. Desde la reiterada constatación de la disparidad entre los logros económico-sociales y el atraso en la dimensión institucional; hasta la evidencia de que no será posible seguir creciendo en el actual contexto “post-boom” sin reformas que enfrenten la corrupcción y la inseguridad. Desde Moisés Naím, llamando la atención sobre la importancia de reformar el Poder Judicial, hasta los pequeños empresarios que señalaron a la corrupción y a la arbitrariedad de la autoridad como el principal obstáculo para su desarrollo.
La gran pregunta es el cómo. Fue también Naím quien llamó la atención sobre el asunto, y avanzó en señalar que se deben establecer prioridades; habló de la importancia del liderazgo político y de la construcción de consensos. Permítanme seguir en la reflexión sobre el cómo, en una nota premeditadamente optimista y voluntarista.
En primer lugar, ningún candidato tiene en principio alguna idea fuerte respecto al tema (prácticamente no hablaron del asunto en la CADE); por lo tanto, no tienen tampoco en principio ninguna razón para oponerse. En tanto siga siendo un tema presente en la agenda pública (para lo cual la presión de la sociedad es la clave) se verán presionados a dar algún tipo de respuesta. Segundo, esas respuestas existen, y hay un importante grado de consenso sobre ellas entre las élites sociales, expresadas en la propuesta que presentara la Asociación Civil Transparencia. Ambos factores constituyen la “ventana de oportunidad” para las reformas (resulta clave debatir esa agenda en los primeros días del próximo gobierno, antes de que la ventana se cierre). Tercero: hay dos grandes caminos de reforma institucional; una lógica de big bang integral y omnicomprensivo, que seguramente será muy difícil de lograr. Pero también ocurren grandes cambios sobre la base de la acumulación de reformas puntuales, parciales, siempre y cuando se trate de esfuerzos persistentes y complementarios, y en tanto tengan valor “estratégico”: que vayan desencadenando dinámicas que lentamente hagan crecientemente costoso desandar el camino. Esto explica los avances que hemos realizado en los últimos años en educación y políticas sociales, por ejemplo.
¿Cuáles serían algunas de esas reformas estratégicas? Lanzo algunas de las 32 que presentó Transparencia en la CADE: la consolidación de la reforma del servicio civil, y su ampliación al Congreso y los ámbitos regionales y municipales; el cambio en las funciones de la Corte Suprema de Justicia, para que deje de ser última instancia procesal, y sea más bien un agente de reformas y fiscalización; cambiar la lógica de funcionamiento del Congreso, fortaleciendo bancadas y comisiones, por encima de individuos y reparto de cuotas de poder; y una reforma electoral que transparente el financiamiento privado, que establezca mecanismos de democracia interna y permita la eliminación del voto preferencial.
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