Artículo publicado en La República, domingo 6 de octubre de 2013
La semana pasada resumí los puntos de debate que planteó recientemente el colega Félix Jiménez: critica los supuestos logros del neoliberalismo, sostiene que el republicanismo es incompatible con aquél, y plantea la necesidad de un desarrollo más diversificado.
El término “neoliberalismo” se presta a malos entendidos. Por lo general, se le atribuyen sentidos intrínsecamente negativos, y esto tiene cierta razón de ser: muchos gobiernos neoliberales han sido muy corruptos e ineficientes, en particular el fujimorismo ha ayudado a crear la asociación neoliberalismo = autoritarismo = corrupción. Desde este ángulo, el neoliberalismo es incompatible con el desarrollo de la ciudadanía y los valores republicanos. Sin embargo, hay muchos gobiernos que pueden considerarse ilustraciones emblemáticas del neoliberalismo que no han sido autoritarios ni particularmente corruptos (Chile en los últimos años, Brasil con Cardoso, Colombia con Gaviria, etc.). Más todavía, podría decirse que ellos implementaron reformas fundamentales para el logro de un crecimiento sostenido, reducciones importantes de pobreza, fortalecimiento de instituciones; incluso, de políticas de desarrollo que buscan la diversificación productiva y menor dependencia de recursos naturales.
Me parece que la mejor manera de entender el neoliberalismo es relacionarlo con el llamado “Consenso de Washington”, término acuñado por John Williamson para referirse a políticas que enfatizan la estabilidad macroeconómica, la apertura comercial, el estímulo a la inversión privada y a la acción de las fuerzas del mercado. Williamson, Joseph Stiglitz y muchos muchos han señalado que el problema no estaría tanto en esas políticas, sino en el “fundamentalismo” o irresponsabilidad en su implementación, siguiendo presiones o modelos importados sin considerar los intereses y contextos específicos de los países. Vistas las cosas así, me parece que en Perú el neoliberalismo ha tenido éxitos evidentes (crecimiento, reducción de la pobreza, sin aumento de la desigualdad), que han permitido que muchos peruanos sean más ciudadanos (concientes de sus derechos y deberes), aunque su aplicación haya sido escamoteada por sus componentes autoritarios y corruptos, y ciertamente también por la debilidad de nuestras instituciones y valores republicanos. Esto implicaría, me parece, que la izquierda debería dejar de pelearse tanto con “el modelo” en abstracto (pedir la renuncia de Castilla), para concentrarse en hacer propuestas específicas en lo tributario, fiscal, monetario, institucional, en políticas sociales, etc.
Finalmente, es muy importante que desde la izquierda se reivindique el republicanismo. Si miramos alrededor (Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Argentina) encontraremos que son los gobiernos de izquierda los que suelen atentar contra las instituciones republicanas (respecto a la ley, independencia de los poderes del Estado), en nombre de un mayoritarismo plebiscitario.
ACTUALIZACIÓN, 10 de octubre
Ver también:
(r)Evolución. ¿Neoliberalismo?
Por Paul Maquet
ACTUALIZACIÓN, 12 de octubre
Neoliberalismo y Republicanismo: Réplica (1)
Félix Jiménez
ACTUALIZACIÓN, 19 de octubre
Neoliberalismo y republicanismo: réplica (2)
Félix Jiménez
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