El pasado jueves 28 de junio se presentó en el Centro Cultural de la PUCP el libro de Gonzalo Portocarrero,
Profetas del odio. Raíces culturales y líderes de Sendero
Luminoso (Lima, Fondo editorial PUCP, 2012). Ya he comentado sobre el libro,
aquí.
Como es de conocimiento público, el abogado de Abimael Guzmán, Alfredo Crespo, junto a presuntos integrantes del MOVADEF,
interrumpió la presentación del libro, insultó al autor, y terminaron lanzando arengas senderistas. Frente a este hecho, ¿cómo debieron reaccionar quienes estuvieron ese día? ¿Cómo deberíamos reaccionar nosotros ante algún hecho similar en el futuro?
Quiero empezar diciendo que no es en absouto mi ánimo el de criticar a quienes estuvieron ese día en la presentación del libro. Los senderistas sabían que el auditorio había asistido a un evento académico, y que nadie estaría listo para un debate o una confrontación con ellos. Y uno en frío piensa en cómo debieron ser las cosas y le parecen claras, pero por supuesto una cosa muy diferente es haber estado allí. Precisamente, los senderistas se aprovechan de la buena fe de las personas, de la confusión, de la ingenuidad, de la falta de reflejos políticos. Para los senderistas, me parece, el juego es claro: utilizar la presentación del libro para crear un evento político propagandístico propio, "denunciar" las "falsedades" de los "lacayos del imperialismo", boicotear la presentación de un libro que denuncia a Abimael Guzmán como un "profeta del odio", y de paso, lanzar la advertencia de que harán acciones similares en el futuro, para así generar miedo, autocensura, para dificultar que en el futuro se sigan generando espacios de reflexión y debate que dejen en claro el carácter totalitario del senderismo.
Siendo las cosas así, fue un tremendo error darle la palabra a Crespo, y permitirle convertir un evento académico en un espacio para lanzar consignas proselitistas. Toda presentación de libros tiene una dinámica preestablecida, y los organizadores no debieron dejarse arrebatar el control de la situación. Pero este no es un problema que se resuelve con un moderador más enérgico, con PROSEGUR, con la policía, o a empujones, porque el uso de la fuerza, aunque legítimo en este caso, los ayuda a victimizarse. Está claro que ellos igual iban a armar su espectáculo, porque no les interesa el debate, sino conseguir una tribuna para lanzar sus consignas.
Y uno no puede concedérsela.
La respuesta tiene que ser política. Esto significa que, con sendero allí, de lo que se trata no es de seguir con un debate académico, porque ya no es posible, sino de impedir que la presentación de un libro se convierta en una victoria política de ellos; de lo que se trata es que se convierta en una derrota. ¿Cómo? Pues denunciando claramente lo que Sendero Luminoso es, un grupo terrorista, homicida. Y si ellos se paran delante tuyo y te gritan consignas a favor de Abimael Guzmán,
lo que hay que hacer es pararse y gritarles también en la cara que repudiamos a los asesinos y terroristas. Gritar ¡no al terrorismo!, demostrar que ellos son minoría, y que la mayoría los repudia hubiera convertido el intento del boicot en una victoria democrática, y una demostración efectiva de que la sociedad peruana rechaza a los "profetas del odio". Eso requería el liderazgo de alguien y después una respuesta colectiva, pero lamentablemente no se dio. Queda de tarea para todos. Que esta falta de respuesta política no se repita. Desde la academica criticamos muy cómodamente a los partidos políticos "por no hacer política", por "abandonar la lucha ideológica" en las universidades, reivindicamos la importancia de las "
batallas por la memoria", pero cuando las papas queman permitimos que nos lorneen en nuestra propia casa, como el Centro Cultural de la PUCP, y digo esto como profesor de la PUCP.
Muy mal para nosotros, como comunidad académica.
La respuesta tiene que ser política. Y con mucha preocupación percibo cómo nuestros estudiantes de ciencias sociales se han ido despolitizando (incluyendo por supuesto también los de ciencia política), así como nuestras ciencias sociales en general, apegándose a un modelo cada vez más estrechamente "profesional". Con esto no quiero decir que debamos meternos a militar en partidos políticos (cosa que nada tiene de malo, por cierto, y ojalá más se animaran a hacerlo), o que la profesionalización sea mala, pero sí me parece preocupante que el rango de intereses y motivaciones parezca cada vez más pequeño, perdiéndose de vista los "temas grandes" y la preocupación por los temas de debate público. Viendo las cosas desde este ángulo, no resulta tan sorprendente la falta de reacción ante las provocaciones de Sendero en un evento académico de profesores y estudiantes de ciencias sociales de la Universidad Católica. Tenemos que revisar lo que estamos haciendo.
Termino con un recuerdo personal. Si no estoy mal, en el primer semestre de 1988 el senador Rolando Ames presentaba el Informe en minoría de la Comisión investigadora sobre
los sucesos de los penales de 1986, en el J-101, hoy auditorio Gustavo Gutiérrez, que estaba totalmente lleno. En esa ocasión, en medio de la presentación, un grupo de senderistas de la universidad, bastante pequeño, pero bien organizado, decidido y bullicioso, irrumpió en el salón, lanzando vivas al "camarada Gonzalo" y denunciando el informe Ames, por "reaccionario" y por pretender "negar los crímenes del genocida Alan García". Al igual que hoy, la sorpresa hizo que cundiera el desconcierto. Algunos reaccionaron "represivamente": es decir, quisieron sacar a los senderistas a empujones. Otros hacían llamados a la calma, pero las arengas senderistas no paraban. Un pequeño grupo de senderistas lograba inmovilizar a decenas, cientos de profesores y estudiantes, la mayoría de izquierda, y boicotear la presentación del informe, en plena Facultad de Ciencias Sociales. Hasta que alguien se paró y gritó: "contra la violencia terrorista... " y todo el auditorio respondió "...Izquierda Unida". El auditorio respondió políticamente, y las consignas contra el terrorismo y por una izquierda democrática acallaron totalmente al grupo de senderistas, que terminó retirándose del auditorio.
Al final, la presentación del informe Ames terminó siendo excelente, un triunfo político de la izquierda democrática y una derrota del senderismo. Ese mismo día yo, estudiante de sociología, decidí inscribirme en Izquierda Unida, convencido de que solo una respuesta organizada sería capaz de sacar al país adelante, y de que, si cada uno seguía aislado y desorganizado, el senderismo nos pasaría por encima. Como sabemos, Izquierda Unida implosionó poco después, así que mi militancia fue realmente corta. En todo caso, aprendí algo que hasta ahora no olvido, a pesar de que ahora estamos en otro tiempo y de que la militancia partidaria no es una opción como era antes: que la respuesta al senderismo tiene que ser
política, y organizada. Así como reclamamos a los partidos que hagan su trabajo, los científicos sociales debemos hacer el nuestro. Y ojo que si no somos capaces de responder de manera democrática y efectiva al desafío del senderismo, la cancha será ganada por quienes pretendan imponer soluciones meramente represivas.
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domingo, 29 de enero de 2012
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