Artículo publicado en La República, domingo 30 de diciembre de 2012
Llega nuevamente el momento de evaluar el 2012 y de especular sobre el año que empieza. Recordemos cómo veíamos al inicio el año que se va: el Consejo de Ministros presidido por Oscar Valdés se veía muy frágil, después de la rápida caída del de Salomón Lerner; se temía un giro “autoritario” del gobierno, y la implantación “a sangre y fuego” del proyecto minero Conga. A mediados de año se presentó una situación de polarización exacerbada e innecesaria, alimentada tanto por sectores de una izquierda que se radicalizaban y denunciaban la derechización y militarización del gobierno, y sectores del gobierno recelosos de los antiguos aliados de izquierda y que proponían precisamente un endurecimiento. Paradójicamente, estas visiones se complementaban y reforzaban entre sí, y llevaron a un callejón sin salida.
El gobierno empezó su segundo año con el Consejo de Ministros presidido por Juan Jiménez, que retomó el camino del diálogo, confirmándose la naturaleza esencialmente pragmática de aquél, y su apuesta por mantener la dinámica de crecimiento (para lo cual se ve como esencial la continuidad de la política económica), para así generar recursos que se puedan destinar a la política social. Se trata por lo tanto de un gobierno similar al de otros gobiernos progresistas de la región, pero con la gran diferencia de que no cuenta con un partido o una coalición política que lo sostenga; descansa sobre la gestión de técnicos independientes, que son al mismo tiempo su fortaleza (eficiencia, agenda sectorial), y debilidad (falta de orientación estratégica clara, de capacidades de operación política). Con todo, terminamos el año con la percepción de contar con un presidente y un gobierno que han logrado consolidar condiciones mínimas de operación política y de gestión, lo que se expresa en el aumento de la aprobación ciudadana a la actuación del presidente.
El presupuesto del 2013 trae algunas novedades que pueden ayudar a preveer el curso del próximo año. Este presupuesto es casi el triple del de hace diez años, el doble del de 2006, 13.5% más grande que el del 2012. Los programas de inclusión social tendrán un 67% más de recursos, 20% más en defensa e interior, se quintuplicará el presupuesto para atención de desastres, entre otros cambios importantes, y se calcula un crecimiento del 6%. En otras palabras, a finales de 2013, cuando lleguemos a la mitad de la gestión del presidente Humala, podríamos tener un gobierno con niveles de popularidad inéditos si los comparamos con las gestiones anteriores.
Por supuesto, todo esto debe ser puesto en condicional. Las debilidades en cuanto a capacidad de operación política siguen siendo las mismas, a pesar de los aprendizajes resultantes de los errores cometidos en el pasado. Con todo, el hecho de que 2013 se presente sin nubarrones significativos en el horizonte podría y debería hacer que el gobierno se plantee la posibilidad de implementar iniciativas y planteamientos de reformas más ambiciosas.
César Aira - El reverso de las nubes
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«Desde siempre los hombres han encontrado formas reconocibles en las nubes,
figuras aproximadas, aunque el que las reconocía no siempre hallaba
consenso en...
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