Artículo publicado en La República, domingo 27 de noviembre de 2011
La continuidad del proyecto Conga en Cajamarca ha generado una fisura dentro del gobierno cuyas proporciones se conocerán en los próximos días. Al parecer estamos ante una confrontación entre sectores que entienden, por un lado, la oposición al proyecto como un problema de extorsión planteado por grupos radicales que en realidad buscan derrotar políticamente al gobierno (“desbordarlo” por la izquierda), y para los cuales las consideraciones ambientales son solamente un pretexto; y otros que entienden que la protesta es legítima, ante los problemas de credibilidad tanto de la empresa Yanacocha como de las entidades públicas responsables de la promoción de la inversión minera y del cuidado del medio ambiente. Por ello, según los primeros, de lo que se trata es de mostrar firmeza ante la protesta, asegurar la continuidad de un proyecto clave para mantener el crecimiento y aumentar la recaudación que permita financiar las políticas de inclusión social; según el segundo, privilegiar el diálogo y la negociación política, demostrar que este gobierno se diferencia de los anteriores por su estilo de gobernar, en el que los reclamos de los campesinos son tan importantes como las inquietudes de las grandes empresas. En este escenario, el Presidente del Consejo de Ministros está tratando de lograr un equilibrio complicado: negociar sí, pero no bajo presión; y atendiendo la necesidad de solucionar las dudas que genera el estudio de impacto ambiental aprobado por el Ministerio de Energía y Minas, recogiendo las observaciones del Ministerio del Ambiente.
La reciente renuncia del asesor Carlos Tapia: ¿favorece o debilita este camino? ¿Es un gesto político que busca evitar la “derechización” del gobierno y fortalecer el peso de los “Ciudadanos por el cambio”? Recordemos que a este colectivo pertenecían, además de Tapia, los actuales ministros Salomón Lerner G. y Ricardo Giesecke, junto a Alberto Adrianzén, Sinesio López, Nicolás Lynch, Cecilia Israel, Manuel Dammert, Blanca Rosales (también Omar Chehade, ojo), entre otros, todos los cuales ocupan actualmente diferentes posiciones dentro del gobierno. Hasta el momento de escribir estas líneas, la postura de Tapia (que deja mal parados no solo a los asesores Favre y Villafuerte, supuestos operadores de la “derechización”, sino también al presidente Humala y al propio Lerner) no parece reflejar una posición colectiva, sino individual.
¿Estamos entonces ante una “derechización” del gobierno y una “traición” de Humala a sus promesas electorales? No, si tomamos como referencia la “Hoja de ruta”; sí, si tomamos como referencia las promesas lanzadas al calor de los mítines de campaña en Cajamarca. En todo caso, los próximos días son cruciales para definir el futuro del gobierno: ¿serán más estrictas las exigencias y controles ambientales en el futuro? ¿Se hará transparente el papel que cumplen los asesores Favre y Villafuerte dentro del gobierno?
VER TAMBIÉN:
http://martintanaka.blogspot.com/2010/01/manifiesto-por-la-gran-transformacion.html
http://martintanaka.blogspot.com/2010/01/manifiesto-por-la-gran-transformacion_28.html
En este último post, de enero de 2010, comentaba algo que podría venir a cuento recordar, ahora que Carlos Tapia se ha alejado del gobierno:
"El problema es que las dudas y cuestionamientos que dejan estos cambios difíciles de entender generan una impresión que es muy extendida actualmente en los círculos políticos: en la gente de izquierda no se puede confiar. Según esta visión, los izquierdistas militan en pequeños grupos informales, a falta de partidos capaces de concitar un mínimo respaldo; según las coyunturas, ingresan y tratan de controlar e imponer sus agendas a liderazgos y grupos con respaldo electoral y con influencia política; pero los abandonan cuando se debilitan, y buscan nuevos grupos. Tendríamos así diversos grupos que armaron partidos sin éxito, y que por ello se colgaron del liderazgo de Barrantes en la década de los años ochenta, luego estuvieron en UPP con Pérez de Cuéllar, luego con Paniagua o Toledo, y ahora con Ollanta Humala, por mencionar solo algunos liderazgos medianamente exitosos (porque también se sumaron a experimentos fracasados). Por eso me imagino que Humala debe ver con algo de recelo a quienes por ahora lo apoyan, porque intuye que cuando su estrella empiece a menguar, podrían dejarlo de lado. Por ahora, ambos se necesitan mutuamente.
¿No sería mejor para la izquierda apostar por un proyecto propio, aunque fuera de largo plazo, en vez de sumarse una y otra vez a proyectos ajenos, y luego lamentarse por sus limitaciones (y asumir el costo político de esos errores)?"
“Como mi padre, soy muy loco, muy erótico”
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Tiene 20 años y ya carga con la responsabilidad de continuar el legado de
su padre, el muy recordado Pedro Suárez Vértiz. Tomás no se amilana. Usa
como sop...
Hace 4 horas.
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