Artículo publicado en La República, domingo 19 de diciembre
Acaba de aparecer el Latinobarómetro 2010, con información sobre la opinión pública de todos los países de la región. El mensaje general es optimista: 2010 aparece como el mejor año en cuanto al estado de la democracia desde que empezaron estas mediciones a mediados de la década de los años noventa. Se recuerda además que según el BID, la década que empieza será “la década de América Latina”. Los índices de apoyo a la democracia son los más altos de los últimos doce años; mejora también la aprobación del congreso y de los partidos. Incluso nuestro país es el que más avanzó en la valoración de la democracia entre el año pasado y este, después de Ecuador y Colombia; en cuanto a los porcentajes de apoyo a la democracia, nuestro país subió de 40% en 2005 a 61% en 2010. Estos avances se dan el marco de un contexto económico favorable, por lo que la región enfrenta la oportunidad inédita de consolidar a la vez desarrollo económico con consolidación de las instituciones democráticas, a diferencia de regiones con Africa, Medio Oriente o Asia, como ha señalado el académico español Javier Santiso.
Cómo aprovechar esta oportunidad es el gran desafío del próximo gobierno. El gran obstáculo a superar es la debilidad de nuestras instituciones en general y de las democráticas en particular, en lo que estamos claramente a la zaga. Seguir postergando esa tarea podría terminar descarrilando a mediano plazo el propio dinamismo económico. Uno de los rasgos que caracteriza nuestro país es el desajuste existente entre el apoyo a la democracia y la satisfacción con su funcionamiento (tenemos la brecha más alta, después de Bolivia y Venezuela).
En el Latinobarómetro aparecemos en los últimos lugares de la región en aspectos muy específicos. Tenemos los niveles de confianza más bajos en los partidos, el Congreso y el Poder Judicial; somos los últimos en pensar que el trabajo en un partido político es un medio para influir en las decisiones de gobierno. Tenemos la más baja aprobación a la gestión del gobierno; la peor evaluación de la situación de la seguridad ciudadana, y la más baja aprobación a las políticas de ese campo. La peor percepción de los avances en la lucha contra la corrupción, junto a Guatemala. Somos los más insatisfechos con la situación económica, con Guatemala y México, y los que menos confiamos en el mercado y el sector privado. Somos los últimos en pensar que el sector político con el que simpatizamos tiene oportunidades de llegar al poder, y en pensar que se gobierna favor de todo el publo, junto con Argentina y República Dominicana. Finalmente, tenemos los más bajos niveles de confianza interpersonal, con Paraguay y Brasil.
Termino llamando la atención sobre otra gran brecha: existe cierto consenso entre los expertos respecto a qué hacer en el plano de las políticas públicas; pero una enorme incapacidad política e institucional para llevar ese consenso a la práctica.
VER TAMBIÉN:
http://www.latinobarometro.org/
http://www.infolatam.com/2010/12/14/el-bono-democratico-de-america-latina/
Leopoldo Marechal - A Unco, el idiota
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[image: Leopoldo Marechal - A Unco, el idiota]
Unco, el idiota, cortador de juncos,
yace aquí sin machete ni juncal.
Para el techo del hombre cortó juncos...
Hace 4 horas.
1 comentario:
Señor Tanaka:
1. Quienes hemos venido siguiendo el derrotero de este Latinobarómetro hemos encontrado siempre la misma tónica: el Perú no es la maravilla que dicen que es ni Venezuela el infierno que dicen que es. Todo lo contrario, los valores son inversos a lo que manifiesta la prensa local.
2. Y esto se debe a que, desde que se impuso el modelo y apareció Humala, existe un consenso en los medios peruanos de apoyar al mismo cueste lo que cueste, así sea necesario callar y ver solo el "vaso medio lleno". Prueba palpable de ello es lo que se expresa a través del grupo El Comercio día a día.
3. De modo que a los peruanos se nos ha sometido a un lavado de cabeza constante para hacernos creer que el rey "no está desnudo" cuando es todo lo contrario. La pregunta es entonces: ¿hasta cuándo es posible inventar un país que no existe?
4. Pero las pruebas de que esta estrategia no ha funcionado las tienen los mecanismos de evaluación que vienen a ser los procesos eleccionarios. Hace poco no más, cuatro años, la mitad del país eligió por cambiar el modelo, mientras que hace tres meses se volvió a pronunciar de la misma manera en el corazón del sistema: Lima. A pesar de todo lo que hicieron no lograron convencer a la población de votar "contra" el modelo y sus seguidores.
5. Entonces lo que habría que evaluar es el real papel de la prensa: ¿es solo la prolongación del poder o es su fiscalizador? Hasta ahora ha sido lo primero, pero eso anuncia tiempos inciertos puesto que la sensación del peruano es de sumo descontento lo cual, si no se sabe comprender, puede ser canalizado de maneras que muy pocos quisiéramos. La cuestión es entonces: ¿podrá esta tradicional y blanca clase dirigente de siempre entender lo que pasa? Lo dudo. Ya es muy tarde. La mayoría de sus intelectuales les mienten o no se atreven a decirle lo que sucede.
Muchas gracias.
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