Artículo publicado en Perú 21, 19 setiembre 2006
Estamos ante un gobierno diverso y en ocasiones contradictorio, cuya unidad es impuesta por el líder máximo, García
Un tema de debate que surge del examen de las primeras semanas del segundo gobierno de García es el de la lógica de la toma de decisiones. Algunas de ellas siguen ciertamente una lógica fácilmente previsible; sin embargo, otras muestran cierta incoherencia entre diversos actores y sectores dentro del gobierno, que se muestran en temas disímiles, como por ejemplo la eliminación de la renta básica de telefonía, el “acoso” a algunas ONGs, o la implantación de la pena de muerte. Según algunos, esto sería expresión del juego aprista tradicional de la “escopeta de dos cañones”; estaríamos ante una lógica en la que se aparenta seguir una tendencia para en realidad seguir otra, o ante el aparente desarrollo de tendencias contradictorias, que en realidad enmascaran un tercer objetivo. Ejemplos: con las aparentes contradicciones respecto a la eliminación de la renta básica, en realidad el gobierno buscaría forzar una renegociación voluntaria; con la implantación de la pena de muerte y con el afán fiscalizador de las ongs, lo que en realidad se buscaría sería retirar al Perú del sistema interamericano de derechos humanos. Según este razonamiento, estaríamos ante un actor racional unitario, coherente, altamente calculador y estratégico, que utiliza premeditadamente distracciones y celadas, en busca de objetivos no evidentes que habría que desentrañar.
Yo desconfío de este tipo de razonamientos, que suelen ser altamente especulativos, y que terminan en una suerte de paranoia política. En la política en general, y mucho más en países como el nuestro, es muy excepcional encontrar actores con racionalidades de este tipo. En nuestro país los actores políticos son débiles, contradictorios, incoherentes, suelen actuar reactiva, no estratégicamente, siguiendo criterios de corto plazo. Los vaivenes del gobierno, a mi juicio, se entienden mejor asumiendo simplemente que este no es un actor unitario, y que en realidad estamos ante una variedad de actores persiguiendo objetivos contradictorios. En vez de la “escopeta de dos cañones”, prefiero como principio explicativo la simple existencia de contradicciones. A esto se le llama, en el lenguaje de la ciencia, el principio de parsimonia. La navaja de Occam. La explicación más simple suele ser la más acertada. En concreto, esto significa que Del Castillo, Mulder, Cabanillas, Giampietri y otros tienen juegos propios, diferenciados, en ocasiones en abierta confrontación.
¿Esto significa que el gobierno actual no es un actor unitario? Sí lo es. El árbitro en última instancia de todas las disputas es el líder máximo, García. El liderazgo indiscutido es el principio de unidad de todos los partidos populistas, diversos y contradictorios, sin los cuales no podrían existir, y el APRA no es una excepción. Esto nos lleva a la pregunta, ¿a qué juega García? Tal vez él mismo no sepa la respuesta, y decida en función de las jugadas de los otros, tratando siempre de mantener el papel de árbitro supremo y líder máximo.
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