domingo, 5 de enero de 2014

La delgada línea que divide

Artículo publicado en La República, domingo 5 de enero de 2013

La discusión planteada por el gobierno en torno a la concentración de la propiedad en medios de comunicación, la elección de Nadine Heredia como presidenta del Partido Nacionalista y otros asuntos parecen configurar un nuevo escenario que debe ser seguido de cerca, que puede tener importantes consecuencias tanto sobre el rumbo del gobierno como sobre el escesario electoral de 2016.

El gobierno de Ollanta Humala ha sido catalogado por sus opositores de izquierda como neoliberal y este ha sido acusado de haber “traicionado” los ideales de una “gran transformación”. Sin embargo, a pesar de haber sido supuestamente “capturado” por la derecha económica y política, todavía mantiene ciertos reflejos de izquierda, por así decirlo, que la ponen nerviosa: el intento de compra de REPSOL, la modernización de la refinería de Talara, el fortalecimiento de PETROPERU, el anuncio del lanzamiento de un plan de desarrollo industrial, entre otros, y el reciente enfrentamiento con el Grupo El Comercio no deben subestimarse, aunque vayan en contra de esa caracterización. A luz de estos hechos, la reciente elección de Nadine Heredia como presidenta del Partido Nacionalista podría implicar el inicio de una movida política muy audaz por parte del gobierno.

¿Nadine candidata en 2016 como líder de un frente antiderechista? Aparentemente, el 64% de desaprobación a la gestión de Humala y el escaso 29% de aprobación en diciembre harían inviable esa pretensión. Sin embargo, recordemos que a la mitad de sus mandatos las aprobaciones de Toledo y García eran de 11 y 25%, y terminaron con 33 y 42%, respectivamente. Y en la última encuesta de IPSOS, detrás del 27% de intención de voto por Keiko Fujimori aparece Nadine Heredia, con 13%. Con un campo derecho congestionado entre K. Fujimori, Pedro P. Kuczynski, Alan García y otros, sin candidatos de centro o de izquierda que aparezcan como viables, ubicarse como un referente antiderechista suena electoralmente razonable. Para quienes una segunda vuelta entre K.Fujimori y García parece una pesadilla, probablemente considerarán mañana una bendición la candidatura de Heredia, a pesar de las suspicacias y resquemores de hoy.

¿Es viable esta apuesta? El problema es que puede ser muy razonable pensando en las elecciones de 2016, pero resulta muy problemática para un gobierno que acaba de pasar la mitad del periodo. Implica una tensión muy difícil de manejar con los poderes de facto; una dinámica de confrontación y ruptura en algunos asuntos que haga creíble un frente antiderechista, pero al mismo tiempo una lógica de negociación y continuidad que le dé estabilidad a un gobierno débil. Hay una delgada línea que pone de un lado a un gobierno que termina mejor que los anteriores y que presenta una candidatura competitiva, y del otro a un gobierno que repite las decepciones anteriores, y al final termina haciendo un papelón electoral (¿se acuerdan de las candidaturas de Jeanette Enmanuel y de Mercedes Aráoz?).

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