Artículo publicado en La República, domingo 28 de diciembre de 2014
Esta es la última columna del año, momento propicio para contrastar lo que nos imaginábamos que pasaría al inicio con lo que efectivamente ocurrió, y especular un poco con el 2015. En mi última columna de 2013 decía respecto al año que empezaba que “la experiencia previa de los gobiernos de Toledo y García sugiere que el tercer año de gobierno se caracteriza por la detención de una tendencia declinante, y una estabilización en un nivel bajo. Pienso que lo más probable es que esa tendencia se repita. Después de julio la dinámica estará muy marcada por las elecciones regionales y municipales de octubre, con lo cual podría decirse que terminará el año que empezó en octubre pasado (2013) [con el nombramiento de César Villanueva como Presidente del Consejo de Ministros].
En efecto, la evolución de la aprobación a la gestión del presidente siguió el curso previsto: tuvo un 26% en promedio a lo largo del año, y detuvo la tendencia declinante del 2013. Sin embargo, lo que me parece importante resaltar es que el gobierno parecería haber terminado muy prematuramente en cuanto a sus aspiraciones reformistas en octubre del año pasado, a poco más de la mitad del periodo, con la salida de Juan Jiménez de la PCM. Como se recordará, el nombramiento de Villanueva generó expectativas, más todavía considerando la realización de elecciones regionales y municipales este año, pero terminó muy mal; su reemplazante, René Cornejo, entre febrero y julio de este año, fue una salida de emergencia que tuvo oxígeno hasta apenas julio. Desde entonces tenemos a la eficiente Ana Jara, pero es claro que, si bien es una excelente operadora política y es muy buena administrando, no destaca precisamente por su visión en cuanto a alguna agenda de reformas.
En este vacío, son las iniciativas individuales de los ministros los que ocupan la agenda: Urresti en Interior, Segura en Economía, Ghezzi en Producción, Saavedra en Educación, Pulgar en Ambiente, principalmente, saben lo que quieren y avanzan todo lo que pueden. Unos avanzan más en silencio como Saavedra o Pulgar, otros con estridencia, como Urresti, otros sufren porque sus agendas no cuentan con una plataforma política que las respalden, como Segura o Ghezzi. En cuanto al Presidente, ha sido más factor de inestabilidad que un conductor, con recurrentes confrontaciones sin mayor sentido estratégico o su mal manejo del caso Belaunde Lossio.
Este 2015 nos parecerá muy largo, me parece. Como el gobierno como colectivo no tiene mayor ímpetu reformista, no habrá grandes temas empujados desde este (más allá de iniciativas sectoriales); tampoco habrá mucho de regiones y municipios que apenas empiezan sus gestiones; y la campaña del 2016 probablemente tardará en calentar, así que podríamos sentir una suerte de vacío político, un año largo, lento, atrapados entre un gobierno que no termina de irse y otro que no termina de aparecer. Y acaso percibamos también que el que se va no parecerá tan malo comparado con los que se anuncian…
César Aira - El reverso de las nubes
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