lunes, 29 de agosto de 2016

Juan Gabriel (1950-2016) y Rocío Dúrcal (1944-2006)


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Habiendo vivido varios años en México durante la década de los años noventa, no puedo dejar de sentirme tocado por la muerte de Juan Gabriel. En esos años todavía funcionaba la sociedad con la incomparable Rocío Dúrcal. Varios han recordado muchas de las canciones que compuso y grabó Juan Gabriel, pero creo que algunas de ellas sonaron mejor en voz de Rocío. Su voz e interpretación le hicieron más justicia a su genio. De las muchas que se podrían mencionar, recuerdo especialmente "La diferencia". El video de arriba es del célebre concierto de Rocío en el Auditorio Nacional en ciudad de México, de 1991.



Y esta es una versión del propio Juan Gabriel.

Para terminar, dos hermosos duetos de ambos, lástima no tenerlos más. "Fue un placer conocerte", y "Tarde", otras dos grandes canciones de Juan Gabriel, del mismo concierto de Rocío en el Auditorio Nacional. Saludos.




lunes, 1 de agosto de 2016

Violencia de género

Artículo publicado en La República, domingo 31 de julio de 2016

Se ha convocado para el próximo sábado 13 de agosto a una marcha nacional en rechazo a la violencia y la discriminación contra las mujeres, siguiendo una ola reivindicativa iniciada en Argentina el año pasado, seguida también en países como Uruguay, Chile y México. Según datos de la CEPAL, cuando menos 1678 mujeres fueron asesinadas en 2014 por razones de género en América Latina: los países con más casos de feminicidio fueron Honduras, Argentina, Guatemala, República Dominicana, El Salvador, Ecuador y luego, lamentablemente, nuestro país. Si miramos el número de mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en los últimos años, Perú aparece en los primeros lugares, detrás de Colombia, Argentina y República Dominicana. Lamentablemente, en nuestro país sobran las razones para sumarse a esta movilización.

El desencadenante de la violencia de género sería el que para algunos varones resulte “inaceptable” que las mujeres no se ajusten a las conductas que ellos esperan de ellas: así, según criterios patriarcales tradicionales, considerados “naturales”, las mujeres deberían ser recatadas y sumisas en su trato con los varones; fieles y obedientes con sus parejas; y laboriosas al cumplir lo que sería su función principal, el cuidado del hogar, de los hijos. Al mismo tiempo que, en el espacio público, se asigna a las mujeres el papel de adorno y fuente de provocación erótica. Debería ser evidente a estas alturas del siglo XXI que basta mirar la historia de la humanidad y comparar diferentes culturas para constatar que esos patrones no son en absoluto “naturales” y que condenan a las mujeres a una situación de subordinación inaceptable.

Llaman por ello la atención las declaraciones del cadenal Cipriani, quien en su homilía durante la misa de 28 de julio rechazó las campañas que pretenderían imponer “la llamada ideología de género”, calificándolas de “no humanas” (¡!). Los estudios de género, que el cardenal pretende descalificar llamándolos “ideología”, cuestionan precisamente la “naturalización” de los roles de género, paso necesario para propugnar relaciones igualitarias. A propósito, cuestionar el supuesto carácter “natural” de las identidades en las personas es también un paso necesario para combatir los crímenes de odio en general, que imponen estereotipos perniciosos a grupos étnicos y raciales, religiosos, y a personas de orientaciones sexuales diversas, desde las cuales se catalogan como “correctos” y “superiores” ciertos patrones, y se descalifican a otros como “anormales”, “desviados”, y hasta peligrosos, con lo que se abren las puertas a la intolerancia y la violencia.

Acaso la iglesia católica debería examinar a su interior de qué manera reproduce y consagra discriminaciones de género, como por ejemplo la exclusión de las mujeres del sacerdocio, por mencionar solo alguna, que tiene sus orígenes remotos en los primeros siglos de la era cristiana, pero que no tienen sentido hoy. O cómo no deslinda con suficiente claridad con prácticas como la pedofilia o el hostigamiento sexual a feligreses, otras formas de violencia.

Una última idea: las estadísticas referidas a la violencia de género muestran un patrón en el que los victimarios suelen ser parte del entorno cercano de las víctimas. Los victimarios, en suma, suelen ser nuestros parientes, amigos, conocidos. Muchas veces, personas que en otros ámbitos de sus vidas pasan por “buenos ciudadanos”. Gran parte de la lucha en contra de la violencia de género y la discriminación nos exige posturas más firmes respecto a lo que ocurre en nuestro entorno más inmediato. Tarea para todos.

La aprobación de Humala

Artículo publicado en La República, domingo 24 de julio de 2016

El presidente Humala termina su gobierno con apenas un 25% de encuestados que aprueba su gestión, mientras que los presidentes García y Toledo terminaron con 42 y 33% de aprobación, respectivamente. Si miramos las curvas de aprobación de estos dos últimos a lo largo de sus cinco años de gobierno, veremos patrones similares: caídas rápidas en el primer año, continuación del declive, aunque a un ritmo menor en el segundo, un tercer año muy complicado con los niveles de aprobación más bajos, una ligera recuperación en el cuarto año, y una subida importante en el último. Toledo empezó con casi 60% de aprobación, cayó hasta 8% en el tercer año, pero terminó con 33. García empezó un poco mejor que Toledo, su punto más bajo fue el “baguazo” en junio de 2009, que lo hizo bajar a 21, pero terminó con 42. Humala, por su lado, cayó ligeramente en el primer año, pero cayó fuertemente en el segundo; al igual que en los dos gobiernos anteriores se mantuvo en un nivel bajo en el tercer año; pero a diferencia de ellos, en el cuarto no remontó, y en el último año lo hizo, pero muy modestamente.

Viendo el contexto general, no es sorprendente que García haya terminado mejor que Toledo: el crecimiento económico resultado del boom en los precios de nuestras exportaciones de minerales se afianzó en el gobierno anterior, y el manejo político de las crisis fue un poco mejor por parte de un político más experimentado como García y con un partido más organizado, como el APRA. Viendo el gobierno de Humala, incluso hasta su terrible tercer año, parecía que tendría un mejor desempeño que el de García en cuanto a aprobación ciudadana. Humala se beneficiaba todavía de altas tasas de crecimiento, pudo hacer de la inclusión el centro de su discurso, contó con mayores recursos fiscales para implementar políticas sociales. Hasta inicios del cuarto año de gobierno la aprobación de Humala todavía era superior a la de García y a la de Toledo en el mismo momento de sus gestiones.

La gran diferencia es que Humala no pudo tener una recuperación importante en el último año de gobierno. Al final del periodo presidencial, cuando la atención está puesta en la competencia entre los aspirantes a la sucesión, suele ocurrir que el que se va no nos parece tan malo, porque los candidatos en disputa no logran ilusionarnos demasiado. En el caso de Toledo, el escenario de la contienda entre García y Humala de 2006, lo favoreció significativamente; también a García la segunda vuelta entre Humala y K. Fujimori de 2011, y además García se las ingenió para terminar su gestión con una ola de inauguraciones de obras bastante ostentosa.

¿Qué pasó con Humala? En parte, no logró remontar por dos razones principales, a mi entender. Primero, está el papel de la primera dama. Durante los primeros dos años de gobierno, Nadine Heredia era percibida como un activo valioso para el presidente, al punto que surgió el fantasma de la candidatura presidencial de Heredia. Después, sin embargo, empezó a convertirse en un pasivo, fruto de la “excesiva” injerencia en las decisiones de gobierno y el pésimo manejo del asunto de sus agendas extraviadas. Segundo, los logros principales de la segunda mitad del gobierno fueron resultado de una agenda de reformas tecnocráticas que el presidente no sintió verdaderamente como suyas: la reforma educativa, la diversificación productiva, la institucionalización de la política social, las bases de la construcción de un servicio civil en el Estado, entre otras. Al final, los logros no pudieron ser reivindicados creíblemente por el presidente, ni percibidos por la población.